Encuadrar lo indescriptible, lo no planificable, lo espontáneo.
Así, durante dos años mi fotografía ha sido totalmente improvisada. Basada en la presencia y en el ejercicio de estar abierto a la comunicación con el espacio. Kilómetros andados por los alrededores de lo cotidiano.
De esta experiencia ha nacido esta serie abierta, conexa y consecutiva en el tiempo, “La leche quemada huele a invierno”.
Hasta el 20 de septiembre de 2019
Horario de exposición
de lunes a viernes de 10-14:30 h. y 16-19,30 h.
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